En 1966 el Arquitecto Pedro Ramírez Vásquez fue nombrado Presidente del comité Organizador de la XIX Olimpiada. Asumía el reto de presentar la imagen de México ante el mundo como un país moderno, rico en oferta patrimonial y capaz de organizar un evento complejo de gran impacto internacional. Para ello, agrupó a un brillante equipo de profesionales, nacionales y extranjeros, con el fin de crear un complejo programa de comunicación que serviría de base a la identidad de México 68. La visión estratégica del arquitecto Ramírez Vásquez permitió que México 68 estableciera un parteaguas en la historia de los juegos olímpicos. Su programa de marca incorporó la primer Olimpiada Cultural de las olimpiadas modernas, y una plataforma humanista que pretendía imponerse por encima de las fuertes divergencias políticas e ideológicas de la guerra fría, rescatando el concepto original de “tregua olímpica”.
Desde los departamentos de publicaciones –a cargo de Beatrice Trueblood- y de diseño urbano –a cargo de Eduardo Terrazas- del Comité Organizado, se creó una compleja estrategia de posicionamiento visual y un titánico programa de impresos. Tal despliegue de propaganda oficial se hizo sobre el soporte de una muy sofisticada y ambiciosa propuesta estética, de gran contemporaneidad expresiva y de fuertes referencias a la tradición plástica popular e indígena de México.
La campaña de México 68 transcurrió a la par de dramáticos acontecimientos sociales y políticos, en México y en el mundo, marcados por la violencia de Estado, la represión contra los estudiantes y las movilizaciones populares. Más que demostrar que México, un país llamado del Tercer Mundo –sin grandes créditos organizativos y a 2,240 metros del nivel del mar-, era capaz de hacer unos juegos olímpicos exitosos, México 68 pretendía imponer una imagen cohesiva y contemporánea del país. Sus protagonistas creativos lograron, en equipo, un lenguaje de alto impacto y una estructura de difusión de gran elaboración intelectual, labor que continua siendo un hito para el diseño internacional.
Ambientación urbana
El equipo de diseño urbano a cargo del arquitecto Eduardo Terrazas tuvo como tarea crear una ambientación funcional en la Ciudad de México, que facilitara los múltiples eventos deportivos y culturales de la XIX Olimpiada. Para ello se intervinieron sedes y rutas de tránsito; se diseñó mobiliario urbano, y se produjeron tres elementos de identificación de sedes: globos, judas y el logotipo de Mexico 68 en tercera dimensión. A todo ello se aplicó la imagen gráfica integral del programa de marca de la XIX Olimpiada.
Epopeya gráfica
Más de 200 profesionales –entre editores, escritores, traductores, fotógrafos, diseñadores, correctores de estilo, impresores, productores e investigadores- fueron parte del Departamento de Publicaciones a cargo de Beatrice Trueblood. Un ambicioso programa editorial fue puesto en marcha, cuya identidad gráfica perfilaba de manera específica cada producto impreso, en una espectacular propuesta comunicativa: boletines, cartas, y reseñas olímpicas; programas deportivos y culturales; carteles promocionales para los eventos culturales y deportivos; calcomanías; timbres postales; catálogos de arte; guías de galerías; panfletos promocionales; folletos informativos, menús, formularios, mapas, invitaciones, certificados, papelería especial, etcétera.
Identidad gráfica
México fue el primer país latinoamericano y de habla hispana en albergar los Juegos Olímpicos modernos. Además de la necesidad de crear la imagen que identificara a la Olimpiada mexicana de 1968, había que comunicar a visitantes de diversos idiomas la organización del evento. Para ello se generó un sistema visual que funcionó como medio de información internacional, partiendo del diseño del logotipo. Una vez planteado éste, se diseñaron una serie de símbolos para cada uno de los eventos deportivos y culturales, así como para los diferentes servicios públicos.